Pero noches así.. noches como estas noches.. es difícil dudar de la existencia de la culpa. Estas noches me hacen pensar que la culpa TAL VEZ existe... en algún lugar está... y recurrimos a ella en este tipo de noches.
Pocas noches de todas las noches que hay. Pocas noches en las que lo veo. Pocas noches en las que lo tengo junto a mi. Y, sin embargo, decido ignorarlo. Decido (yo lo decido?) no hablarle. Decido echarlo con la excusa de que "quiero leer tranquila". Decido no devolverle sus caricias y sus besos. Decido no demostrarle todo el amor que le tengo y que me arrepentiré de no haberlo mostrado el día en que ya no esté junto a mí.
Entonces llega la maldita.. llega la maldita culpa. Y me dice que soy egoísta y que no se valorar a las personas que quiero. Me dice que soy defectuosa por aburrirme tan rápido y por ser tan intolerante a ese olor a milanesa frita y a ese respirar profundo. Me advierte que algún día ya no va a estar. Y ese día va a ser el final de mis días.
Respiro hondo.
La culpa se fue de mi. Era sólo un poco de dióxido de carbono que entró sin querer a mis pulmones. Exhalé y se fue. El oxígeno es más fuerte. El oxígeno me mantiene viva.. y sana. La culpa enfermiza ya se fue. Y cada beso será devuelto. Como si fuera ese día. Como si fuera el último de mis días.
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